Yogyakarta, un itinerario más allá de los templos en Java
Yogyakarta, o Jogja que es como se la conoce cariñosamente entre los Indonesios, es una ciudad al sur de la isla de Java y es el destino de muchos viajeros debido a sus famosos templos hinduistas y budistas, el Prambanan y el Borobudur. Pero hay mucho más por hacer en esta ciudad y sus alrededores, aquí te lo contamos.
Después de unas semanas en la isla de Flores cogimos un par de vuelos para aterrizar en Yogyakarta, en Java. Java es una de las islas más grandes de Indonesia y la más urbanizada y eso lo notas desde el primer momento en el que pisas la isla.
Para llegar hasta aquí la opción de volar es muy popular, pero si tienes tiempo o estás más justo de presupuesto el autobús desde Bali es una buena alternativa. Eso sí, prepárate para 20 horas de viaje. Lo bueno de esta opción es que pasas cerca del volcán Bromo y puedes partir el viaje para visitar esta maravilla.
Nosotros no lo hicimos porque ya hemos visto volcanes similares y desde Yogyakarta es un trayecto bastante largo, pero dicen que merece la pena.
Qué hacer una semana en Yogyakarta y alrededores
- Visitar el templo Prambanan
Ponemos este templo el primero porque a nuestro parecer, aunque es impresionante, es menos llamativo o diferente que su hermano el Borobudur. Pero esa es nuestra humilde opinión.
Para llegar hasta aquí hay mil variantes que incluyen tours, coches privados, tuk-tuks… Nosotros ya sabéis que siempre intentamos ir por libre, así que alquilamos una moto. Ahora bien, conducir en Yogyakarta es todo una aventura. Por muy acostumbrado que estés a la circulación en Indonesia (como lo estábamos nosotros) el tráfico que te encuentras en esta ciudad es otro mundo.
Hay muchos coches y sobre todo motos que van un poco al libre albedrío y tienes que tener todos tus sentidos puestos en la carretera. Jose, que es quien conduce, dice que una vez le coges el truco no resulta tan caótico, pero sí que recomendamos cierta experiencia en moto por el sudeste asiático si te decides por esta opción.
Hablando con otros viajeros nos comentaron que ellos no cogieron moto porque los locales les dijeron que era complicado encontrar los templos. Nada más lejos de la realidad. El Prambanan está a tan sólo 18 km del centro de Jogja y está todo perfectamente indicado para ir por libre, además, hoy en día con Google Maps es difícil perderse.
Otro tema a tener en cuenta es la compra de las entradas. Ten en cuenta que si eres estudiante tienes 50% de descuento, pero no vale para la entrada específica para el amanecer o atardecer. También si compras el ticket combinado te ahorras dinero, por lo que es muy recomendable hacerlo. Nosotros lo compramos y, al ser estudiantes, nos aplicaron también el descuento. ¡Una gran ayuda para lo que cuesta la verdad! El único “inconveniente” es que tienes que visitar los templos en tres días, si te pasas, el ticket caduca.
Con respecto al templo Prambanan… es difícil describirlo. Se trata en realidad de un conjunto de templos hinduístas dedicados a Brahma, Visnú y Shiva. Fueron construidos en el siglo IX y son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1991. Originariamente Prambanam contaba con 237 templos, siendo la Trimutri el núcleo principal.
La Trimutri son los edificios dedicados a los dioses principales que son: Brahma, el creador del universo, Visnú, el dios conservador y regenerador y Shiva, el dios destructor.
Alrededor del complejo hay otros templos que datan del mismo siglo que, aunque están un poco más destruidos son muy aconsejables de ver. No recuerdo cuántas horas estuvimos en el complejo pero se te va el tiempo sin darte cuenta.
También hay cosas que no nos gustaron, todo hay que decirlo. Para ser un lugar sagrado, está explotado con sitios para actividades con los turistas. Desde videojuegos en casetas, pasando por columpios para hacerse fotos hasta una especie de zoo al lado de la salida… actividades de ocio que no pegan mucho en un lugar tan sagrado.
- El templo Borobudur
Situado en el “jardín de Java”, a 40km de Jogja, este templo fue construído también en el siglo IX y yace en un área sagrada para los locales. Es muy recomendable quedarse por la zona y visitar los templos de alrededor y subir a las montañas para deleitarse con las vistas. Pero de eso os hablaremos luego.
Una pregunta que muchos se hacen antes de visitar el Borobudur es si realmente merece la pena el madrugón para verlo al amanecer o no. En cuanto llegamos a Yogyakarta todo el mundo nos intentó vender este “mágico” tour donde te llevan por la noche y disfrutas de la salida del sol casi en soledad desde el majestuoso templo.
Nosotros, por razones económicas pero sobre todo porque somos muy malos en eso de madrugar tanto, no lo hicimos. Pero sí que hablamos con otros viajeros y nos dijeron que, si tienes buen tiempo, las luces y reflejos que se crean son espectaculares.
También puede pasar, sin embargo, que te pegues el madrugón y solo veas nubes, como otros viajeros nos comentaron… Pero eso ya es cuestión de suerte. Nosotros recomendamos que, si no estás justo de presupuesto (como comentamos anteriormente no valen los tickets combinados o los descuentos de estudiante en esta opción) o te gusta mucho la fotografía, vivas la experiencia.
Intentando encontrar adjetivos para calificar la experiencia de visitar el Borobudur creo que el que más se le acerca es el de “mágico”. Siendo el templo budista más grande del mundo, esta maravilla arquitectónica (y sus alrededores) bien se pueden comparar a nuestro parecer con el famoso Angkor Wat en Camboya.
Este templo llama la atención desde el primer momento porque está construído en forma de mandala, simbolizando un punto de integración, unión y conexión. Consta de diferentes niveles, los cuales tienes que recorrerte de abajo arriba y de izquierda a derecha.
Cada nivel representa un nivel cósmico que la mente debe sobrepasar para llegar a su máximo esplendor, el Nirvana, que se alcanza en el último y más alto nivel. La estructura recuerda a una pirámide, con la diferencia que cada piedra de cada pared está tallada con imágenes y símbolos representando enseñanzas del Buda.
Además en la parte superior, te encuentras enormes pagodas con budas dentro y unas vistas que, conjuntamente, transmiten una inmensa serenidad y paz. Por eso muchos budistas de todo el mundo peregrinan al Borobudur cada año, y no es extraño encontrarlos en tus visitas.
Lo “malo” de las maravillas es que rápidamente se popularizan, y hoy en día es muy difícil visitar este templo sin cientos y cientos de turistas a tu alrededor. La mayor parte de gente que lo visitan son indonesios de otras regiones y resulta gracioso porque muchos no se han cruzado nunca o muy poco con gente extranjera. Es muy común que en sitios como este los locales se te queden mirando y te pidan fotos asique si te quieres sentir como una estrella de rock, esta es tu oportunidad.
- El templo Mendut
Este templo está a escasos kilómetros del Borobudur y es el más antiguo del conjunto. Para nosotros fue muy curioso visitarlo por el simbolismo que tiene. Hoy en día desde aquí, durante la luna llena de mayo o junio, los budistas javaneses celebran el Vesak, la celebración budista más importante.
Desde el templo Mendut comienzan su peregrinación, pasan por el templo Tawon y terminan en el Borobudur. Para los budistas más tradicionales, este templo es símbolo de fertilidad y creen que rezar aquí ayuda a curar enfermedades.
Aparte del templo, otra cosa que nos gustó mucho de la zona, fue el monasterio budista con el mismo nombre que se sitúa al lado. Contrasta mucho su construcción moderna con los templos de alrededor, pero no deja de ser precioso. Debido al turismo, la ciudad cercana y el tráfico, éste área suele ser bastante ruidosa pero no sé qué tiene este monasterio que en cuanto entramos no oímos ni pío, sólo a los monjes orar.
- Warung Kopi Klotok
Después de tanto templo nos apetecía visitar un sitio local con comida tradicional javanesa. Como la mejor manera de encontrar estos sitios es preguntando a los locales, nuestra amiga dueña la Guesthouse Dhaup (muy muy recomendable alojarse ahí), nos aconsejó este sitio.
Al principio dudamos un poco porque está a 18 km del centro de la ciudad, pero mereció mucho la pena. Aparte de asegurarte una experiencia auténtica, a la que te alejas de la ciudad más campos de arroz tienes a tu alrededor.
Una vez alli entramos al restaurante y, por supuesto, éramos los únicos extranjeros en el local. Lo gracioso fue darse cuenta de que se trataba de un buffet libre. Y ahí estábamos, mirando la comida intentando descifrar qué era qué y con todo el mundo mirándonos extrañados.Menos mal que los javaneses son majísimos y enseguida se nos acercaron a ayudarnos. Y no sólo nos ayudaron, una familia se sentó a nuestro lado y nos invitó hasta al café.
NOTA: Si venís hasta aquí tenéis que probar la banana frita y el café, ¡dicen que es el mejor de la ciudad!
- Pasar la tarde-noche en Alunk-Alunk Kidul
Lo que antaño fuere la parte de atrás del palacio real, hoy es sitio de múltiples leyendas. La más popular, el masagin o masuk dua beringin.
Esta leyenda, que se ha convertido más en un juego, se trata de caminar por el medio de dos árboles banianos con los ojos tapados. Según la leyenda, sólo lo conseguirás si tienes el corazón puro y libre de malas intenciones.
Estos árboles están situados a en el centro de la plaza principal, a 20 metros de la calzada. Por lo que el desafío consiste en caminar en línea recta y pasar justo por en medio de los árboles. La verdad que es muy divertido hacerlo y ver a la gente jugando también, y ¡no es tan fácil como parece!
Como seguro que se te pasa la tarde intentando este desafío os recomendamos pasearos por la zona y cenar en uno de los restaurantes de la plaza, ¡delicioso! Comerás muy bien y verás a todos los niños (y no tan niños) conduciendo coches fluorescentes de diferentes temáticas.
Playa Pantai Kukup
Si te apetece un día de playa y estás en Yogyakarta, cuanto más te alejes de la ciudad mejor. Por la costa sur hay varias calas recomendadas pero a la hora de decidir tendrás que tener en cuenta el tiempo del que dispongas y el medio de transporte que uses.
Nosotros fuimos en una moto, por lo que disponíamos de mucha libertad de movimiento, pero nos obligaba a volver medianamente pronto porque no queríamos conducir de noche. Por estos motivos visitamos las playas más cercanas a Jogja, la Pantai Baron y la Pantai Kukup.
Pantai Baron no la recomendamos porque no tiene nada en especial. Debe de ser muy famosa entre los turistas locales y está llenísima de gente, puestos de comida ambulantes y restaurantes. Además al verte blanquito te cobran casi hasta por respirar. Eso sí, comer pescadito barato ahí está muy bien.
La que sí merece la pena visitar es la playa de Kukup, situada en un pueblo pesquero con poquita gente. Nosotros llegamos en marea baja, momento donde se acumula agua en agujeros de la orilla formando “pozas” donde los niños juegan.
Después de las fotos pertinentes con los locales (otra vez a sentirse famoso) y de explorar un poco la zona, nos fijamos en que muchos locales estaban buscando cosas en la orilla. A esa hora del día, mucha gente del pueblo sale a recoger todo tipo de moluscos que se encuentran en las rocas y a arrancar algas, que luego se las comen.
Pensando en retrospectiva quizás nos teníamos que haber animado e intentar cazar un cangrejo nosotros también, pero la verdad es que nos pareción mejor observar de lejos su rutina.
Es curioso ver que algo tan natural para ellos nos resulte tan exótico y extraordinario a nosotros.